La educación es la variable para acumular capital humano y salir de la pobreza. Qué pasa con los colectivos que sufren más la desigualdad. Tener una identidad travesti, transexual y / o transgénero es virtualmente una garantía no solo de ser pobre, sino también de seguir siéndolo a lo largo de toda la vida
En economía, el conjunto de habilidades cognitivas y no cognitivas que posee una persona se conoce como capital humano. Estas habilidades determinan si se puede o no acceder a un trabajo, si este trabajo es formal o informal y a qué nivel de salario se puede aspirar. Desde esta perspectiva, una persona es pobre si no pudo acumular una cantidad suficiente de capital humano a lo largo de su vida. Entonces, ¿cómo se hace para acumular capital humano? La respuesta es una palabra que por estos días está en boca de todos: ¡educación!
La educación no ocurre solo en la escuela, y tampoco es allí donde comienza. La primera institución educativa con la que tenemos contacto es la familia , después vamos a la escuela (y tal vez más tarde accedamos a la educación superior) y por último al mercado laboral, donde aplicamos lo que aprendimos y construimos nuevos conocimientos. En Argentina, donde según los últimos datos del INDEC el 41% de la población es pobre, la educación es la principal herramienta para la reducción y la eventual erradicación de la pobreza y la desigualdad.
Para el INDEC, una persona es clasificada como pobre si no puede comprar los bienes y servicios (alimentarios y no alimentarios) que necesita para satisfacer sus necesidades esenciales. Pero esta clasificación esconde el hecho de que las personas que viven en la pobreza no forman un grupo homogéneo.
El género, la raza, la orientación sexual y el status migratorio, por nombrar algunos, son atributos de la identidad de las personas que producen y reproducen desigualdades al interior de la población clasificada como pobre. Entre estos atributos, tener una identidad travesti, transexual y / o transgénero (en adelante, trans) es virtualmente una garantía no solo de ser pobre, sino también de seguir siéndolo a lo largo de toda la vida.
Educación y pobreza
En efecto, según datos de la OEA para el año 2015, en Argentina casi todas las personas trans viven en la pobreza y la indigencia. Esto ocurre porque han sido histórica y sistemáticamente excluidas de las instituciones que gobiernan la formación de capital humano y ordenan la vida de una sociedad: la familia, la escuela y el mercado laboral. Como consecuencia de este hecho, el 90% de las mujeres trans subsiste ejerciendo el trabajo sexual y tiene una esperanza de vida de entre 35 y 41 años.
La comunidad educativa del Bachillerato Popular Travesti- Trans Mocha Celis, la primera escuela secundaria trans en el mundo, fundada en 2011 en la ciudad de Buenos Aires, sabe muy bien que la educación es el camino para empezar a revertir la pobreza estructural que pesa sobre la población trans.
Esta comunidad también entiende que la construcción de conocimientos académicos no es suficiente para salir de la pobreza cuando al terminar la escuela las puertas del mercado de trabajo permanecen cerradas. Por eso, el bachillerato también trabaja para promover la inserción laboral de las mujeres trans: más de 100 de sus egresadas consiguieron su primer trabajo a partir de convenios celebrados entre el bachillerato y diversos organismos del Estado, como el Ministerio Público Fiscal, la Superintendencia de Seguros de la Nación y el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales; también hacen pasantías en los Ministerios de Salud de la Nación y la Provincia de Buenos Aires. Algunas de ellas continúan sus estudios en las Universidades de Buenos Aires, de Madres de Plaza de Mayo, de La Matanza, de Avellaneda, Nacional de Quilmes y Nacional de las Artes, que tienen convenios de prácticas laborales con el bachillerato.
Registro de empleo trans
El activismo por la inserción laboral de las personas trans logró una victoria importante el pasado miércoles 27 de enero, cuando el Gobierno Nacional lanzó un Registro de Anotación Voluntaria para todas las personas trans que aspiren a trabajar en el Sector Público Nacional. Como consecuencia del lanzamiento de este Registro, creado por el Decreto Nº721/2020 de Cupo Laboral Travesti- Trans, se triplicó la cantidad de personas inscriptas para cursar el primer año de educación secundaria en el bachillerato, que pasó de un promedio de 30 estudiantes de primer año en cada ciclo lectivo a superar los 120 estudiantes para el ciclo lectivo 2021.
Francisco Quiñones Cuartas, director del bachillerato, tiene una explicación simple para este fenómeno: «Ahora las compañeras pueden tener una perspectiva de futuro en el mercado laboral.»
Sin embargo, el bachillerato tiene dificultades para absorber la demanda de vacantes de este aluvión de nuevos estudiantes debido a una problemática que enfrenta desde su creación: la indiferencia del Estado. La institución no tiene un edificio propio donde realizar sus actividades, y el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires solo financia a una parte de su personal docente y administrativo.
El bachillerato trans, en riesgo
El resto de los trabajadores del bachillerato, que incluye a los demás docentes y personal administrativo, de limpieza y de cocina, trabajadoras sociales y psicólogas, trabaja ad-honorem o bien recibe donaciones del público o de sus propios compañeros que sí perciben un salario.
Hasta antes de la pandemia, el bachillerato funcionaba en la sede de la Mutual Sentimiento, en el barrio de Chacarita. Pero los efectos de la recesión y la pandemia, sumados a la falta de financiamiento estatal, profundizaron la situación de precariedad económica que atraviesa la institución: si no paga sus deudas, no se puede volver a dictar clases en el edificio de la Mutual Sentimiento. Aun si fuera posible volver a la Mutual, explica Quiñones Cuartas, el lugar no tiene la capacidad suficiente para albergar a la creciente matrícula de estudiantes, y tampoco hay suficientes docentes para recibirlos.
La comunidad educativa del bachillerato está feliz por la implementación del cupo laboral Travesti- Trans en el Sector Público Nacional. «El cupo es útil para normalizar la presencia de las personas trans en los espacios de trabajo, hasta que el sector privado también empiece a contratarlas», señala Quiñones Cuartas. Pero es necesaria una política estatal integral que promueva la educación de las personas trans y las acompañe para que puedan llegar con las herramientas que necesitan al mercado laboral. Esta política empieza con el reconocimiento por parte del Estado del trabajo del Bachillerato Mocha Celis mediante la provisión de los recursos que la institución necesita para funcionar y seguir creciendo.
» Si no conseguimos un edificio, vamos a tener que dar clases en la calle», dice Quiñones Cuartas. Si esto ocurre, muchos estudiantes no podrán asistir. Tanto el Gobierno Nacional como el de la Ciudad de Buenos Aires y su Ministro de Educación conocen la situación del bachillerato. Es necesario que se implemente una solución de manera urgente. De lo contrario, el cupo laboral travesti-trans es una política sin perspectivas de tener un impacto significativo y duradero sobre el bienestar de la comunidad trans.
Por Lucía Pavón. Publicado originalmente para BAE Negocios