Hace algunas semanas, desde comienzos de julio, que el avispero cambiario volvió a sacudirse: con una mayor volatiltilidad en la cotización intradiaria del dólar CCL, nuevas restricciones de la Comisión Nacional de Valores para operar en dicho mercado y una estampida en la cotización del dólar blue.
Fueron movimientos sorpresa dado que “el factor político” que generan las elecciones en nuestro país (y en varios otros de la región) no había repercutido previamente en una instancia de PASO. En la primera semana de julio la devaluación mensualizada del dólar CCL promedió el 4% para estabilizarse luego de las medidas, a la semana siguiente se aceleró el blue (un 13% mensualizado) mientras el oficial se mantuvo en el interregno del 1%. Estas comparaciones permiten mensurar la sensibilidad de los distintos mercados.
La política económica no se guía por lo que ocurre en el dólar blue, para compensar, son los medios de comunicación quienes relevan su comportamiento a diario. Se trata de un mercado informal que canaliza operaciones de pequeños ahorristas o subfacturaciones de PyMEs. No es verdad que rija las formaciones de precios, excepto en situaciones de inusitada incertidumbre, por ejemplo, en septiembre de 2020: la última corrida cambiaria que tuvimos.
Eso nos lleva a la pregunta de si toda devaluación invoca una crisis cambiaria. Aclaremos: cuando hay crisis todo el esquema macroeconómico está puesto en jaque. Diferenciemos las características coyunturales de aquel último episodio con las de ahora como ejercicio para poder imaginar lo que viene. Hacia julio de 2020 la economía argentina enfrentaba una profunda incertidumbre en materia de actividad –si bien algunas provincias pasaban a la fase DISPO, la posibilidad de una marcha atrás seguía en vilo– y financiera: Guzmán negociaba con acreedores privados un acuerdo que llegaría a fines de agosto. Por el contrario, en la actualidad las perspectivas son alentadoras, a modo de ejemplo esta semana el FMI mejoró las proyecciones de crecimiento para nuestro país y el mundo. También en materia de deuda se descuenta un acuerdo con el Fondo, con el Club de París y un alivio con el ingreso de unos USD 4.400 millones en DEGs para fines de agosto.
Dólar blue, emisión monetaria y salarios
Ese escenario contribuye a alentar decisiones de gasto –de consumo o inversión- en lugar de cautelosos ahorros. Por otro lado, la emisión monetaria que había alcanzado récords en la primera mitad de 2020 (con aumentos del 10% en febrero, 12% en abril y 7% promedio en julio) y los salarios reales privados que todavía no acusaban una pérdida trascendente (variación acumulada de 0% a junio de 2020) contribuían a acelerar la demanda minorista de dólares.
En septiembre de 2020 se aplicó el recargo del 35% sobre el llamado dólar turista. En cambio, la situación ahora es distinta: la emisión monetaria se aceleró en junio y julio pero promedió el 1% mensual en los primeros meses del año, en tanto los salarios acumulan una caída de -6,5% en términos reales entre enero y mayo. Es verdad que se espera una recomposición de los ingresos en este segundo semestre, pero partimos de niveles muy bajos y decisiones de consumo postergadas que podrían horadar el ahorro.
Este diagnóstico intenta decir que detrás de la tendencia a la devaluación que probablemente se advierta en los meses que siguen encontraremos mayormente la especulación de grandes jugadores que buscarán torcerle la mano al Central ante racionales decisiones de ahorro de pequeñas familias. A causa de la brecha cambiaria se ha posicionado del lado de los especuladores también a importadores que buscan obtener esa ganancia financiera más que importar para producir como se argumenta.
Las cuentas no son difíciles de hacer, aún con una macro relativamente estable en esta segunda mitad de 2021, los dólares que acumuló el Central en la primera mitad del año sirven para financiar unos tres meses de corrida como aquellos de finales de 2020. Aunque una menor tasa de devaluación heredada otorga más margen de acción vía precios al Central en la actual coyuntura.
Por Mara Pedrazzoli. Publicado originalmente para BAE Negocios