Es un error caer en la dicotomía Estados Unidos o China. Existen oportunidades para generar nuevos negocios y potenciar los existentes. Además de fomentar las exportaciones, Argentina necesita mejorar su infraestructura.
La sangría de divisas invita a repensar la inserción de Argentina en el mundo, y esta semana nos ocuparemos de la relación con Estados Unidos y China, en el marco de las elecciones norteamericanas y de la conocida rivalidad comercial entre ambas naciones, con quienes nuestro país presenta déficits estructurales de balanza comercial.
En este sentido, los esfuerzos argentinos no solo deben dirigirse a abrir nuevos mercados (superavitarios), que permitan compensar el rojo que significa el intercambio con estas potencias, sino que también necesita delimitar estrategias para morigerar estos saldos negativos.
En términos comerciales, sería un error caer en la dicotomía Estados Unidos o China. Teniendo en cuenta las características de ambas economías, creemos que existen oportunidades para generar nuevos negocios y potenciar los existentes que reporten un alivio en términos de salida de divisas y tengan un impacto positivo en puestos de trabajo y valor agregado para Argentina.
En el caso de China, segundo socio comercial de nuestro país, el déficit comercial es estructural desde 2008 y alcanzó los USD 2.214 millones en 2019. China y Argentina poseen estructuras productivas desiguales y complementarias. El gigante asiático es el principal destino de nuestras exportaciones agrícolas, posee 31 veces la población de Argentina y solo 3 veces su superficie cultivable. Se estima que para 2020 este país terminará con la pobreza extrema.
China posee la mayor clase media del mundo, con 400 millones de personas. Además, aproximadamente, 20 millones (media Argentina) se incorporan a esta clase media por año. Esto indica la presencia de un gran mercado para seguir incursionando, habida cuenta de que estudios demuestran que las exportaciones de nuestro país dependen más del ingreso del resto del mundo que de los precios de los bienes. Se genera una oportunidad de exportar productos más elaborados y de calidad, como puede ser el caso de los vinos.
Este producto deviene en un potencial generador de divisas para nuestra economía ya que, según el Observatorio Vitivinícola Argentino, China importó en 2019 vinos fraccionados por 454 millones de litros, con una participación argentina de solo 1%, mientras que en vinos a granel Argentina participó con el 6%.
Exportaciones y el mercado chino
Si bien para Argentina estas exportaciones son importantes, resultan exiguas si se tiene en cuenta su verdadero potencial. China es el mercado de vinos con mayor expectativa de crecimiento, y está a punto de convertirse en el principal importador, con compras que ya superan los USD 2.000 millones.
Además de fomentar las exportaciones, Argentina necesita mejorar su infraestructura y China es un especialista en ello. En vistas de la complementariedad, este país puede proveernos financiamiento, tecnología y know how. En este contexto, Argentina ha dado señales de voluntad hacia la incorporación en «La franja y La ruta (de la seda)», el megaproyecto chino que tiene como objetivo desarrollar la infraestructura necesaria para que los productos fluyan desde y hacia China de la manera más eficiente y veloz. La incorporación de Argentina a «La franja y La ruta» abriría un abanico de posibilidades de financiamiento para obras de infraestructura y para desarrollos productivos de distintos tipos.
El comercio con Estados Unidos
Por el lado de Estados Unidos, la balanza comercial bilateral cerró 2019 con un déficit para Argentina de USD 2.164 millones. Mientras que en los últimos años las exportaciones a este país crecen moderadamente (o se mantienen constantes) las importaciones muestran grandes fluctuaciones que dependen mucho del ciclo económico local: se desploman en los años de crisis y crecen rápidamente en los años de recuperación.
El comercio con este país está desbalanceado, no solo por el déficit en cuenta corriente sino por el tipo de productos que enviamos y que recibimos: mientras que nosotros exportamos, en su mayoría, productos minerales y manufacturas de origen animal y vegetal, ellos nos venden bienes de capital, principalmente para transporte, medicamentos y productos químicos, incluidos fertilizantes. Es decir, los bienes que les enviamos compiten con la propia producción norteamericana, mientras que los que importamos tienen una significación crítica para sectores claves de nuestro entramado productivo, como lo son el transporte y el campo.
Por el lado de los servicios, Argentina también se muestra deficitaria, lo que se explica principalmente por los rubros de «viajes» y «transporte». Sin embargo, hay un subrubro que presenta una verdadera oportunidad para nuestro país: el de los servicios basados en conocimiento (SBC).
A pesar de haber cerrado el 2019 con un déficit de USD 587 millones, Argentina ha logrado constituir un hub regional para la exportación de estos servicios que usan intensivamente alta tecnología y requieren trabajo calificado. Según el ranking de exportaciones de nuestro país, se encuentra en el tercer puesto, detrás del agro y del sector automotor.
Además, un estudio de competitividad internacional destacó la disponibilidad y calificación del capital humano argentino. Nuestro país lidera las habilidades tecnológicas y también es el mejor posicionado de la región en materia de ciencia de datos y dominio de inglés y con más de tres cuartas partes de la población con acceso a Internet. Por otra parte, la localización geográfica nos permite, teniendo en cuenta que la mayoría de los servicios se dirigen a EE.UU. y América latina, una buena compatibilidad de huso horario, además de tener culturas similares a la de los países de destino.
Sin embargo, aún se presentan desafíos que se deben afrontar dado que la demanda laboral crece a mayor velocidad que la oferta y que, según estudios internacionales, el ambiente para hacer negocios es menos propicio que en otros países.
Por lo expuesto hasta aquí, se destaca que, si bien hay una tendencia hacia el déficit comercial con las principales economías del mundo, no hay motivo para alejarse de éstas y mucho menos elegir una por encima de la otra.
Al contrario, Argentina puede ganar mucho profundizando vínculos con China, que nos permitan crecer y desarrollarnos, a la vez que impulsar y mejorar los SBC devienen en fundamentales para la incorporación de Argentina en un mundo dominado por la industria 4.0, en donde EE.UU. tiene una indiscutida importancia.
Por Ana Laura Jaruf, Antonella Gervagi y Noelia Méndez Santolaria. Publicado originalmente para BAE Negocios