El impacto de la pandemia sobre la economía de los países es evidente. Recesiones, caída en el consumo, despidos, cierre de empresas y aumento de la pobreza, entre otras consecuencias. También es sabido que no todos los países están pasando por la misma situación, ya sea por diferencias en el riesgo epidemiológico o en la estructura económica para soportar los reiterados «lockdowns» o restricciones a la circulación para disminuir la transmisión del virus.
Es necesario pensar estas distintas realidades y sus impactos en lo que refiere al acceso a la salud, ya que el contexto de crisis internacional nos muestra las falencias no solo en este acceso sino también en el sostenimiento de los sistemas sanitarios en sí mismos a lo largo del planeta.
Primero observemos qué pasó en nuestro país con respecto a la cobertura de salud. Hemos visto un aumento tanto en la tasa de desempleo como en la de pobreza debido a la crisis provocada por la pandemia. Esta falta de empleo y la diferencia en los ingresos repercutió en la caída en la cobertura de salud a través de una obra social laboral.
Comparando el primer y tercer trimestre de 2020 (considerándolos como pre y plena pandemia, respectivamente), vemos una caída en la cobertura de salud de obras sociales y planes y seguros públicos de 2,2 puntos, pasando del 61,7% de la población al 59,5%. Esta diferencia se refleja en un aumento de la cantidad de personas que no tienen descuento por obra social ni cobertura de salud alguna, el cual fue de 2,4 puntos para el mismo período, pasando del 31,2% al 33,6% de la población.
Nuestro sistema de salud está conformado por establecimientos públicos, privados y de obras sociales o prepagas. Esto significa que si una persona no tiene cobertura de una obra social o prepaga (o la pierde) cuenta con la posibilidad de acudir a un establecimiento público. A pesar de que la pérdida de la cobertura de salud se debe a factores negativos, como el desempleo, lo positivo del sistema sanitario argentino es que garantiza el acceso pleno y gratuito a todas las personas, cualquiera sea su nivel de ingresos o condición laboral. Esto, considerando las complicaciones que el virus puede traer para la salud, garantiza que la crisis económica no implique la falta de atención o el endeudamiento extremo, como sucedió en otros países.
Qué pasó en otros países con distintos esquemas en sus sistemas de salud
En el caso de Estados Unidos, por ejemplo, en donde el acceso a la salud es en su mayoría privado y a través de seguros, un estudio de la compañía Credit Karma mostró que aproximadamente 20 millones de personas tienen deudas por atención médica por un total de USD45.000 millones. Esto daría como resultado una deuda per cápita promedio de USD2.200, en un país con un salario medio mensual de USD3.500 y mínimo de USD1.300.
La alternativa para aquellos que perdieron su seguro de salud laboral es contratar la póliza Cobra, que permite continuar con la cobertura previa hasta 18 meses después de perder el empleo. Sin embargo, se tiene que abonar una diferencia para acceder al plan, la cual ronda los USD452 mensuales y no incluye la cobertura del 100% de las prestaciones sino que es necesario abonar copagos para la mayoría de ellas. Allison Sesso, directora ejecutiva de la ONG Rip Medical Debt, explica que la crisis derivada por el Covid no creó el problema de la deuda médica sino que exacerbó algo que ya estaba sucediendo.
Según un estudio de Fair Health Study, el costo de hospitalizaciones por Covid para personas sin seguro depende de la edad del paciente y va desde los USD51.389 a los USD78.000. En el caso de tener un seguro sin cobertura total, el costo varía entre USD26.152 y USD40.208. En total, todos los tratamientos por coronavirus en EE.UU. podrían rondar en costos médicos de hasta USD546.000 millones.
El programa Cares Act del Tesoro de Estados Unidos destinó USD175.000 millones para aliviar las deudas de sus ciudadanos a través de coberturas directas o reembolsos, dependiendo el caso. El problema de esta cobertura es que solo aplica sobre los costos médicos para tratar el coronavirus, por lo que no contarán con esta ayuda los pacientes que hayan perdido sus seguros y deban atenderse por otras enfermedades. Sesso agrega que estos costos tan elevados pueden llevar a la población sin seguro a no atenderse médicamente, racionar medicaciones o no tratar sus enfermedades debidamente, lo cual es muy peligroso.
Si hablamos de Perú, podemos ver que cuenta con un sistema público de salud que permite el acceso a prestaciones a partir del pago de bonos. También existe un programa de salud gratuito que cubre a aproximadamente al 20% de la población, dando prioridad a las personas en condiciones más vulnerables. Sin embargo, numerosos estudios muestran que por la falta de oferta de prestaciones de salud gratuitas, la mayoría de los ciudadanos suele acudir al sistema privado. En este contexto, la BBC recopiló el caso de una familia cuyo padre enfermó de Covid en 2020 y estuvo más de cinco meses internado. La internación, los medicamentos y las demás prestaciones hicieron que la familia se endeudara en más de USD140.000. A través de préstamos de conocidos y utilizando sus ahorros, lograron pagar USD57.000 hasta la fecha. Sin embargo, la familia teme que les hipotequen la casa de sus padres por la deuda restante.
En el caso de Ecuador, la saturación del sistema de salud público generó que muchos ciudadanos decidieran atenderse en establecimientos privados a pesar de no encontrarse dentro de la cobertura de sus pólizas. Algunos lograron un reembolso casi total de parte de sus seguros, mientras que otros siguen con deudas médicas que alcanzan hasta los USD70.000.
En Chile, a pesar de que muchos ciudadanos obtuvieron atención médica gratuita, otros sobrevivientes del Covid se enfrentan a deudas exageradas, que rondan los USD9.800, por los estudios y la internación necesarios para su tratamiento.
Según información de 2019, solo el 20% de la sociedad en Paraguay tiene cobertura sanitaria de la seguridad social, junto con otro 7% que tiene seguros privados. El resto de los ciudadanos utiliza el sistema sanitario estatal, que no llega a cubrir todos los servicios e insumos. Por la crisis sanitaria, las familias paraguayas deben organizar rifas y ferias artesanales para juntar el dinero necesario para la atención privada. En un país en donde el salario promedio ronda los USD290, Reuters muestra el caso de una mujer de 34 años que se endeudó en más de USD985 por dos semanas de tratamiento para su marido con Covid, para los cuales pidió préstamos y recurrió a la ayuda de familiares y de amigos.
Estas realidades nos muestran que la pandemia no solo afecta a la salud y a la economía de los países y de los hogares sino que las familias encuentran más obstáculos al querer proteger su salud si residen en países que no cuentan con una cobertura gratuita, a diferencia de quienes sí tienen garantizado este derecho por parte del Estado. El debate economía versus salud se ve intensificado en el caso de los hogares en donde deben elegir entre atenderse e incurrir en deudas imposibles de cubrir o mantener su economía como está y poner en riesgo su salud. Sin embargo, la protección de la vida no debería tener como contrapartida deudas millonarias en un contexto de crisis económica, desempleo y caída de los ingresos.
Por eso, es necesario el reconocimiento a nuestro sistema de salud, con más de un año de trabajo incansable y enfrentándose a una segunda ola que aparenta ser aún peor que lo visto en todo 2020. Aún más importante, necesitamos garantizar la protección del sistema sanitario gratuito que asegura la cobertura de todos los argentinos y las argentinas. Considerar a la salud como un derecho humano es primordial en cualquier contexto, especialmente en el momento histórico que estamos viviendo. Como bien dijo Ramón Carrillo, primer ministro de Salud de la Argentina: «Todos los hombres tienen igual derecho a la vida y a la salud».
Por Macarena Turrubiano. Publicado originalmente para BAE Negocios