Los bancos, la pandemia y la (necesaria) regulación

Argentina tiene los mayores indicadores de rentabilidad entre países. Estos resultados fueron alimentados en los últimos años por las tenencias de Leliqs, que explican el 60% del margen financiero de la banca privada.

Si tuviéramos que definir al sistema bancario argentino diríamos que es pequeño, con baja profundidad del crédito y elevada rentabilidad. ¿Por qué es pequeño? Para medir el tamaño del sistema se utiliza cuánto representa la financiación a empresas y familias sobre el PBI. En Argentina este ratio es cercano a 10%, mientras que en países vecinos el promedio supera al 50% y en los europeos ronda el 100%.

Según un informe de CELAG, Argentina tiene los mayores indicadores de rentabilidad entre países: posee el mayor registro de ROA (5,9% de rentabilidad sobre activos en 2019) duplicando el promedio regional y multiplicando por doce al español. Estos resultados fueron alimentados en los últimos años por las tenencias de Leliqs, que explican el 60% del margen financiero de la banca privada, es decir por la propia necesidad de la política monetaria de esterilizar pesos en el mercado.

Así, aún en un contexto de lockdown como el que rige desde marzo, el bancario es el único sector de la economía donde la actividad y las ganancias no se ven resentidas e incluso en alguna medida, se vieron beneficiados.

¿Por qué la de los bancos es una actividad regulada y qué medidas se tomaron por el Covid? La regulación existe ya que el core business de la banca es (o debería ser) tomar depósitos de clientes y prestarlos con un spread que asegure una rentabilidad. Queda clara su importancia: plata de depositantes que cuidar y unas comisiones y tasas de interés que no resulten usurarias para los consumidores. Además, muchas veces la regulación responde a fallas de mercado y atiende cuestiones poco rentables pero socialmente necesarias. Por ejemplo: pymes que se excluyen por no cumplir algún requisito o la atención a jubilados (cobran y retiran dinero, no son usuarios de productos financieros).

Créditos, tasas y rentabilidad

Por la necesidad de realizar políticas contracíclicas, desde marzo comenzaron a instrumentarse líneas de crédito con tasas por debajo de mercado con el beneficio de liberación de encajes para los bancos, lo que les permite percibir una tasa mayor por estos créditos. Se facilitaron líneas para que las empresas paguen sueldos o adquieran capital de trabajo, con tasas al 24% y 3 meses de gracia. Además, se otorgaron créditos a monotributistas y autónomos al 0%, 18 meses y 6 de gracia (los bancos perciben el 15% del FONDEP). Es un paquete de cerca de $450 mil millones, un 16% del crédito al sector privado.

A estas medidas se sumaron las de moratorias: a los deudores de créditos se les permitió hasta septiembre diferir el pago de cuotas al final del préstamo, sin intereses punitorios (incluyendo los nuevos préstamos por “covid”). Y a los que poseían saldo deudor en la tarjeta de crédito hasta el 30 de abril, se les refinanció la deuda a 12 meses con 3 de gracia, y una tasa nominal anual de 43%.

Este punto generó polémica ya que la comunicación del BCRA respecto de la tasa y la posibilidad de cobrar otros gastos fue poco clara. En agosto llegaron los resúmenes con la primera cuota del paquete refinanciado, lo que sumado a los consumos corrientes complicó la situación financiera de las familias.


Tarjetas de crédito

El BCRA inició una investigación para verificar si las tasas y cargos se aplicaron correctamente y anunció una nueva refinanciación de los saldos con vencimiento en septiembre. Las condiciones: 12 meses de plazo, 3 de gracia y 9 cuotas fijas, al 40% más IVA, esta vez con la aclaración de “ningún otro recargo”.

El plan tiene sus críticas: una TNA de 40% que más IVA resulta de casi 50%, no luce una financiación “barata”. Si bien las expectativas de inflación a doce meses se ubican en un sendero similar, el resto de las líneas Covid tuvieron mejores tasas. Además, los resúmenes de tarjetas son inentendibles para el público, dificultando comprender si el cobro es correcto.

Por ejemplo: si a una persona le refinanciaron el saldo de abril y entra en la refinanciación de septiembre, el mes próximo deberá pagar la segunda cuota de abril, los consumos del mes y entrará en el período de gracia del paquete septiembre. En enero le llegará la primera cuota del plan septiembre más la quinta del plan abril (más los consumos del mes) todo con distintas tasas y gastos aplicados. Siendo la tarjeta un reemplazo de ingresos que permite cuotificar consumos corrientes, debería pensarse un esquema mas favorable para el endeudamiento familiar.

Las medidas de moratorias mencionadas, sumadas al cambio aplicado en la clasificación de deudores (se agregaron 60 días a la categoría de morosidad, debiendo tocar 150 días de atraso en lugar de 90 para ser moroso) actúan en tándem aplanando la curva de morosidad del sistema, por lo que la situación real de incobrabilidad no se refleja en las estadísticas: la irregularidad total cae de 6,1% en febrero a 5,1% en junio, lo que no se condice con esta realidad.

Así, los bancos no reflejarán el deterioro crediticio hasta tanto comiencen a desarmarse estos mecanismos vigentes, quizás en 2021. Sin embargo, posiblemente ya estén constituyendo sus provisiones para cubrirse del deterioro crediticio por Covid, anticipándose y reduciendo sus beneficios, sin mostrar resultados abultados en este contexto. Otro punto para atender desde la regulación.

Si bien los bancos mantienen relaciones tensas con los gobiernos que incrementan la presión regulatoria (topes sobre tasas y comisiones a sus operaciones, distribución de dividendos, etc) este contexto e incluso el crédito dirigido terminarán por beneficiarlos. Con las listas compulsivas de beneficiarios enviadas desde AFIP y el BCRA para dar créditos a empresas y monotributistas, aumentarán sus bases de clientes y agrandarán su mercado, al tiempo que impulsarán una mayor digitalización y autogestión de clientes, reduciendo costos.

Ahora bien, ¿Alcanza esto para que el sistema crezca, apalancando inversiones y potenciando el desarrollo de familias y empresas? En Argentina, por cuestiones estructurales y de la macro, los bancos no financian proyectos de largo plazo, no realizan evaluaciones tipo project finance y mercados como el hipotecario no se desarrollan. Una sólida regulación es condición necesaria pero no suficiente, al igual que la mejora del contexto macroeconómico. En la reciente celebración del Día de la Industria, el Ministro de Producción Matías Kulfas anunció líneas de inversión a largo plazo y trabajar en una Banca de Desarrollo que coordine la oferta de crédito incrementando los beneficios y la profundidad del crédito. Veremos si funciona.

Por Victoria Giarrizzo, Lucía Di Bonis publicado originalmente para BAE Negocios

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