El turismo será la locomotora de la economía en estos próximos seis meses. Ya hay destinos con reservas completas. Es difícil conseguir pasajes. Aunque los ingresos reales aún son menores a 2019, la cuenta viajes no será la variable de ajuste en la economía familiar
El levantamiento de las restricciones para circular, abrió el “nuevo dilema de la felicidad” en la Argentina post-pandemia. ¿Qué priorizar, el bienestar económico o el bienestar emocional?
Si bien el concepto de bienestar es amplio y todo se interrelaciona, la guerra entre el bolsillo y la necesidad de recreación está tensa en estos meses, porque encuentra a las familias con sus cuentas muy ajustadas. Pero no parece ser la partida “viajes” la variable de ajuste para mantener el equilibrio en las finanzas del hogar.
Los datos comienzan a confirmar esa situación. En el último fin de semana largo del año, el de la Soberanía Nacional, viajaron 26,4% más de turistas que en el mismo fin de semana de 2019, cuando nadie hablaba del COVID. Según datos tanto del Ministerio de Turismo de la Nación como de CAME, esos turistas desembolsaron $8.687,5 millones en gasto directo, 142,6% más que en 2019, que incluso quitando el efecto inflación, resultó 17,0% superior al de ese momento.
Son demasiados escasos los indicadores económicos agregados que actualmente estén dando mejoras tan fuertes contra 2019 como la que registra el turismo nacional.
Es que, mientras sube en el gasto en turismo, el salario real en esos dos años se redujo 4,3%. El sector no registrado fue el más afectado, con una pérdida de 11,6% en su poder de compra, pero en mayor o menor medida, el impacto alcanzó a los sectores públicos y privado registrado. Desde una mirada economicista, puede ser llamativo el boom turístico en un contexto de ingresos deprimidos. Desde una mirada bienestarista, donde la calidad de vida como meta ocupa un valor cada vez más predominante, no lo es.
Hace al menos una década que el gasto en ocio y recreación se viene volviendo más inelásticos a los cambios en los ingresos familiares, por la importancia que le asigna la población a disfrutar y vacacionar. Por lo tanto, después de tanto tiempo de estrés, de encierro, y de un verano casi inexistente como fue 2021, es esperable la euforia por viajar, casi como si fuera, una necesidad casi básica. Como decía Sócrates, o al menos a él se le asigna la frase, “los ratos de ocio resultan ser la mejor de todas las adquisiciones”.
Explosión de reservas
A días del inicio de temporada, las reservas en cabañas, hoteles, apart, departamentos, están completas en los principales destinos turísticos y los empresarios del sector ya recomiendan no viajar sin reservas. Lo mismo está sucediendo con los pasajes. Colectivos, aéreos, transportes privados, están muy completos y auguran una temporada fantástica.
Hay dos factores de política económica que le suman fuerza al verano. Uno es el programa previaje, que el fin de semana largo de noviembre demostró su impacto en toda la industria turística. Desde el gobierno estiman que viajaron 300 mil argentinos y argentinas con ese programa, y ya 2,5 millones de personas sacaron su plan, gastando $49 mil millones. Es decir, queda mucho por utilizar en los próximos meses.
El otro, más controvertido, es la reciente medida dispuesta por el BCRA que restringe la venta de pasajes al exterior en cuotas para desalentar el turismo emisivo. Básicamente, para contener el déficit de la cuenta viajes. Lo que se evita es financiar consumos dolarizados con préstamos en pesos a tasas que, considerando la inflación anual y las expectativas de devaluación, resultan muy convenientes.
De todos modos, aún sin esa medida, para el turista argentino viajar al exterior resulta caro y prioriza destinos locales. De hecho, los gastos con tarjeta por viajes y turismo son apenas un 20% de lo que eran tres años atrás. Se suma el temor a un nuevo rebrote de Covid que vuelva a restringir los regresos, o que confine a alguno de los integrantes del grupo familiar.
Más felicidad
Hace unos años, en 2015, una publicación en el Journal of Research in Personality realizada por dos investigadores de la Universidad de San Francisco, Ryan Howell y Thomas Gilovich, mostró que las personas son más felices con los recuerdos que les dejan las experiencias de vida, como son viajes y vacaciones, que con las adquisiciones materiales, donde el placer o bienestar aportado, dura muy poco. Trabajos posteriores no solo confirmaron esos resultados, sino que lograron identificar cómo esas experiencias hacen más felices a las personas.
Como siempre, Argentina tiene su propio experimento. En una coyuntura económica donde todos (o casi todos) parecen tener menos ingresos que dos años atrás, todos (o casi todos) viajan más. Y si como dicen, “donde hay ocio hay negocio”, el turismo promete ser una de las locomotoras de la economía en este semestre que arranca en diciembre.
Por Victoria Giarrizzo. Publicado originalmente para BAE Negocios.